Hace un par de
días vi un documental sobre Alberto Bravo, poeta de niebla, del Director
Cristóbal Durán. Confieso acá mi ojo vulgar en cuanto a estéticas audiovisuales
se refiere, sin embargo cuando se trata de poesía puedo advertir ciertas
afinidades, trabajar con la imagen es también trabajar con la poesía, es hablar
desde la poesía, porque la imagen se sitúa en la palabra como un tatuaje
secreto.
En un
principio, desde la distancia de la mirada pude advertir la intencionalidad;
abrir un hoyo extraordinario desde la
vereda del cotidiano, un hombre enseña a
hacer pan mientras fuma y habla de Nietzsche. Es sabido que el sur de Chile
es frío, áspero de clima, pero es desde esa aspereza donde se construyen
identidades imaginadas, como acá; donde la
violencia taciturna no es más que un ahogo desmedido, por la palabra, porque la
boca no dice todo lo que calla, entonces la rata se llena de moscas infectas y
la lombriz intenta seguir un camino a tientas, cegada por la luz; “anda en mi cerebro una gramática dolorosa y
brutal” escribió Huidobro y claramente en este documental predomina esa
idea, de una u otra forma nos hace transitar por el hartazgo, la disonancia del
personaje, la que se vuelve nuestra también, pero no como un acto de empatía si
no, más bien, como una necesidad de huida hacia nuestro propio imaginario.
El hombre E es
un trabajo que busca ser desafinado, desencajado, en donde el realizador nos
hace guiños permanentes para entrar una y otra vez a la vereda cotidiana de lo
extraordinario, si vuelco la mirada, puedo ver bajar la letra por un riachuelo.
En un principio pensé que era demasiada la espera para que la letra tomara la
relevancia que esperaba, ahora caigo en cuenta, y puedo evidenciar la
causalidad del realizador y es que siempre estuvo ahí, incitando, desmembrando
el ojo y el oído; la palabra es la maestra del eterno retorno, es por eso que
no se frena, y siempre busca, caer libre al imaginario.
el hombre E (trailer)
el hombre E (trailer)
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