miércoles, noviembre 6

De políticos y príncipes azules

           Si tuviésemos que escribir un cuento sobre la política nos defraudaríamos o por lo menos al lector lo dejaríamos aburrido y con ganas de hacer cualquier otra cosa; porque ciertamente a nadie le gusta mucho la política, y es que, claro, son unos ladrones y unos vende patria y unos villanos insensibles; eso hasta que algún personaje osa rozar nuestra epidermis de empatía, entonces nos agitamos, prestamos atención, nos volvemos absolutamente locos, comenzamos a temblar, a pensar en él como un ser que supera nuestras expectativas y lo encontramos encachao y lo defendemos con dientes y muelas y comenzamos a idealizar y la cosa se comienza a poner divertida, porque ya la discusión no es política sino personal, familiar, íntima y cuando se pone íntima se pone wena y nos quedamos pensando en los cuentos de hadas en donde llega el caballero y nos salva de tanta cosa fea y con un solo beso nos devuelve el mundo que nos robaron.
Si, es cierto, es una caricatura, pero no está tan lejos de la realidad, porque después de todo las elecciones nos sacan de nuestro quehacer rutinario, elegir o votar a una persona es una cuestión importante, pero no es lo primordial, lo primordial debe ser siempre el debate, debe quedarse en el debate en el don de compartir, discutir ideas sin fanatismos exorbitantes, porque quienes se presentan a candidatos llevan consigo una idea que defienden y nosotros podemos o no estar de acuerdo, pero la cosa se faranduliza rápido, se queda en acusaciones bobas como si trabajó o no para pinochet, como si tiene o no tiene una familia ,como si paga o no paga sus deudas, como si se acuesta con una más personas, etc etc etc... el asunto es que finalmente esta fuente de agua no era más que un espejismo, porque a nadie le importa la política, la discusión de ideas, a nadie le interesa razonar, analizar, observar, superar la desidia de pensamiento y digo que a nadie porque claramente si la cosa fuese distinta otro gallo cantaría, veríamos debates coherentes en la televisión, exigiríamos al periodismo un mejor nivel, conversaríamos lejos del miedo y de la burla, admitiríamos cuando el otro tiene ventajas argumentativas por sobre las nuestras.
Hace años atrás surgieron varias críticas al Movimiento Estudiantil por politizarse, hoy en día estamos la gran mayoría de los chilen@s politizados y supongo que es una cuestión normal, porque a nadie pareciera molestarle, sin embargo esta elección pasará, nuestro príncipe azul se alejará montado en su corcel y nos dejará sólo con la esperanza de un reencuentro en 4 años más, y el 18 de noviembre todo volverá a la normalidad, a los titulares insulsos, a la televisión de burdel (con el respeto que estos me merecen), al periodismo flojo, al insomnio y no es que diga que en esta época de elecciones hayamos salido de ese lugar viciado, es que creo, humildemente, claro está,  que este es el momento para comenzar a concretar el pilar que nos llevará a recuperar la nunca bien ponderada dialéctica.