jueves, noviembre 8

Reflexiones de una mamá primeriza

De pronto dos palabras, casi mágicas, pasaron a formar parte de todos los hospitales, clínicas, salas cunas, consultorios y todo lo que tenga que ver con bebés y niños de este país, dos palabras mágicas “Estimulación Temprana” y cada vez que las mamás llevan al pediatra y a los consultorios a sus hijos les dicen: tiene que estimularlo, tiene que hablarle a su bebé, tiene que escuchar música su bebé, tiene que acariciar a su bebé, su bebé tiene que aprender a dormir con ruido, su bebé tiene que jugar con juguetes, tiene que reírse su bebé, usted tiene que ESTIMULAR A SU BEBÉ; entonces claro, sale la madre del consultorio muy concientizada en la Estimulación Temprana y llega a su casa, y le prende la tele al bebe, le pone música al bebé, juega con el bebé, acaricia al bebé, le hace soniditos al bebé y el bebé no sabe a qué diablos prestarle atención, porque son cientos de estímulos al mismo tiempo, entonces el bebé aprende a ignorar y deja de concentrarse, porque es imposible concentrarse en tantas cosas a la vez. Entonces ese bebé crece aprendiendo a ignorar y da lo mismo si hay televisión, música, juegos, personas hablando a su alrededor, da lo mismo porque ese bebé nunca supo identificar sus sentidos en función de los estímulos, ni a investigar sus sentidos, pues, como llegaban todos los estímulos al mismo tiempo nunca aprendió a conocer su cuerpo ni a REFLEXIONAR frente a los estímulos entregados y el bebé creció mucho más y llegó a la escuela en donde le diagnosticaron déficit atencional; su niño no se concentra señora, su hijo no puede quedarse quieto señora, entonces el niño pasa la infancia en las consultas psicológicas tratando de superar el problemita del déficit, pero aunque el problema del déficit quizás se aminore por la madurez y quizás logre concentrarse cuando sea más grande, el bebé bombardeado de estímulos será incapaz de meditar en la adultez, porque nunca se le dio el espacio para hacerlo, nunca tuvo pausas para pensar, siempre fue una “esponja absorbente” con la que todos se deleitaban “mira! si es tan vivo” decían, si está tan bien estimulado decían y cuando finalmente llegó a la adultez formó parte de la gran masa de personas que en la infancia fueron bombardeados por estímulos y que consecutivamente no critican (entiéndase en el sentido más amplio de la palabra, por favor), no saben hasta donde llegan sus capacidades intelectuales o físicas porque nunca tuvieron el espacio para aprenderlo. Y lo que es más curioso aún es que de adulto lo siguen tratando como “esponjita absorbente” la publicidad, la televisión, la educación, todo, absolutamente todo funciona de la misma manera, un estímulo tras otro dirigido a una gran masa de seres humanos incapaces de parar, mirar, escuchar, respirar hondo y reflexionar.

No es que sea drástica, tampoco que esté en desacuerdo con la Estimulación Temprana, solo creo que es necesario pensar en los niños como seres humanos únicos y que por muy pequeños que sean necesitan, como nosotros lo necesitamos, un espacio consigo mismos, sin mamá, sin papá, sin personas a su alrededor, solo ellos con su propio otro.

….. Todo esto a raíz  de lo conmovida que vi a Stella ayer cuando salimos al patio mientras el viento fuerte y tibio de noviembre rozaba igual de recio los árboles como su pequeño rostro…